13 septiembre 2008

PIMIENTA



Durante la época de los griegos, la pimienta era conocida en el mundo sólo por sus propiedades medicinales y los efectos afrodisíacos que causaba en quienes la consumían.

Más tarde, cuando los romanos comenzaron a expandirse lo largo del Viejo Mundo dominando pueblos y culturas, éstos llegaron a fusionarse con la cultura griega, hecho que la historia ha registrado con el nombre de Helenismo. En este periodo hubo un intercambio de conocimientos, entre ellos el uso de la pimienta y otras especias, sin embargo, los romanos supieron utilizarlas para otros fines que los meramente medicinales y las emplearon para crear cosméticos, perfumes y, lo más trascendental, para usos culinarios.


La pimienta fue la especia oriental más popular en Roma, seguida del jengibre y la cúrcuma. En un recetario característico de la época, el De Re Coquinaria de Apicius, se mencionan los usos de estas y otras especies como conservadores e intensificadores del sabor de los alimentos. Los romanos sabían muy bien el valor que tenía la pimienta por lo que su costo aumentó y pasó de ser un simple producto medicinal a ser una mercancía suntuosa, e incluso llegó a funcionar como moneda circulante durante el domino del Imperio Romano, durante la Edad Media la posesión de la pimienta era sinónimo indiscutible de distinción y lujo, tanto que la riqueza de una persona se medía en función de la cantidad de pimienta que poseía, por lo que no pocas veces fue usado para pagar rescates o como parte de una dote.

Quienes querían dejar asentado su lugar dentro de la sociedad de aquel entonces, no perdían la oportunidad para demostrar su estatus social, y no había mejor manera de hacerlo que a través de la mesa: cuanto más condimentada o picante fuera la comida más respetado era el anfitrión.


Pero, ¿a qué se debía que la pimienta fuera así valorada?


Las razones son varias y de diversa índole, por ejemplo, en el imaginario colectivo que imperaba en aquella época en la que los conocimientos geográficos eran más bien limitados, se respiraban y vivían ideas de tierras lejas llenas de seres fantásticos como las sirenas y los unicornios, así como de productos con propiedades mágicas o divinas. Respecto a las especias, en especial la pimienta —reina de todas—, se pensaba que su aroma era un soplo de aire nacido en el Paraíso que llegaba para llenar de gozo a los hombres, por lo que evidentemente era un lujo que sólo pocos —cuando no los "elegidos"— podían disfrutar.


Sin embargo, una razón particularmente terrenal de la elevada cotización de la pimienta, fue el costo que representaba traerla desde las lejanas tierras del Oriente Extremo hasta la Europa central. En un principio y durante varios siglos, el comercio de la pimienta se realizaba a través de los árabes, quienes ocultaban celosamente sus fuentes de suministro y las rutas terrestres que seguían desde la India, lugar en el que la adquirían de manos de los chinos junto con otras especies y productos como la seda, los perfumes y el papel.


Con el transcurrir del tiempo, el mundo occidental demandaba cada vez más el uso de esta especia y los demás productos provenientes del lejano Oriente, por lo que se buscaron nuevas rutas para llegar a él y terminar de paso con el monopolio que los árabes tenían sobre estas preciadas mercancías. Así, fueron los genoveses y venecianos, principales marinos del Mediterráneo desde el siglo XII hasta el XIV, quienes dominaron el comercio de la pimienta y demás productos provenientes de la India. Después fueron los portugueses y españoles, potencias marítimas del siglo XIV, quienes se aventuraron a descubrir nuevas vías que llevaran a la "isla de las especias". El primero en llegar fue Vasco de Gama, quien en 1498 llagó a la India costeando el cabo de Buena Esperanza, estableciendo así su dominio sobre el comercio con Oriente. España, la otra potencia marítima de ese entonces, financió una expedición capitaneada por el genovés Cristóbal Colón, quien tenía la intención de establecer una nueva ruta marítima hacia la India con la finalidad de encontrar la tan preciada pimienta, viaje que se convertiría en uno de los acontecimientos más importantes de la historia universal: el descubrimiento del continente americano.

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