13 septiembre 2008

ESCULTURA EN HIELO


Rusia fue el punto de partida y centro hegemónico del arte de la escultura en hielo más antiguo del mundo que surgió por placer y entretenimiento. Era práctica común que, al inicio de cada año, se llevara a cabo un ritual para ahuyentar los espíritus malignos que podrían traer malos acontecimientos, por lo que construían una enorme cruz de hielo con bloques que eran sacados por piezas de los lagos congelados. Con el tiempo esta costumbre fue perdiendo su carácter sacro y las personas aprovechaban cualquier oportunidad para practicar este arte cuando conmemoraban algún evento y por muchos años las esculturas fueron usadas para decorar los bufetes.
Los festivales rusos empezaron a crecer en escala por la expansión y crecimiento del imperio. En 1739 la emperatriz Ana Ivanova, hija de Pedro el Grande, ordenó que se construyera un palacio de hielo ya que ese invierno iba a ser uno de los más fríos; quería divertirse durante esta temporada con sus invitados dentro del palacio, el cual sería amueblado y decorado con diversas figuras de hielo.
Más tarde, el arquitecto imperial Eropkin diseñó un palacio en St. Petesburgo que tenía 6.93 m de alto, 17.82 m de largo y de 5.94 m de ancho. El hielo que se uso fue excepcionalmente claro, las uniones de las paredes hechas de bloques de hielo eran casi perfectas. Los marcos de las ventanas, puertas y los pilares fueron pintados de color verde mármol para tener un contraste de color. Las ventanas fueron hechas con hielo muy delgado que fue iluminado con candelabros por la parte de atrás. Alrededor del palacio se colocaron árboles y pájaros de hielo, seis estatuas y una fuente que embellecía la entrada, además de dos fuentes de delfines y una fuente de un elefante que lanzaba agua a 7 m de altura, dos morteros y seis cañones. Con el transcurso del tiempo la escultura en hielo se extendió hacia el este, los japoneses lograron ser reconocidos como unos de los mejores de este arte gracias a su constante práctica, perseverancia, estudio y disciplina que se ha visto reflejada en inventos y en la aplicación de diversas técnicas y herramientas para esculpir.
Existen dos tipos de hielo para elaborar esculturas: el opaco y el cristal. Por sus propiedades y por sus características naturales que los constituyen, se recomienda el segundo ya que las esculturas reflejan su cristalinidad y transparencia, al mismo tiempo que se aprecian mejor los detalles y las figuras. El tiempo promedio que dura una escultura en exhibición es de 7 horas después de las cuales comienza a derretirse proporcionalmente en un promedio de 1.5 cm por hora, aunque esto puede variar dependiendo al incremento o disminución de la temperatura ambiente.
La máquina que produce hielo cristal tiene capacidad para hacer dos bloques de 150 kilogramos en aproximadamente 16 horas. La máquina se compone de dos contenedores que se llenan con agua y, posteriormente, se coloca un inyector de aire a cada uno en la parte central con el fin de dispersar las impurezas del agua hacia los extremos y de mantener en circulación el agua. Después de esto se cierra la tapa y se prende el motor que produce una congelación totalmente uniforme por los cuatro lados.
Una vez que los bloques están congelados, se utiliza una grúa con polea, se sacan y se trasladan a una cámara de congelación mantenida a una temperatura de -9º C para ser almacenados.
Para comenzar una escultura es necesario sacar el bloque de la cámara de congelación por los menos tres horas antes, esto con la finalidad de que su temperatura interna baje y alcance -3° C, de esta manera se puede trabajar mejor y se evita que el hielo se fracture al intentar cortar con la sierra eléctrica o al utilizar alguna otra herramienta. El tipo de área que se recomienda para su elaboración debe de ser preferentemente cerrada y sin corrientes de aire. Al prevenir estos factores los bloques de hielo se derriten menos y se evita el riesgo de tener fracturas o fisuras causadas por el choque de temperaturas entre la luz solar y el hielo.
Al iniciar una escultura es recomendable protegerse con guantes, orejeras, lentes de plástico, botas antiderrapantes y ropa repelente al agua, así como asegurarse que las extensiones y equipo eléctrico esten debidamente conectados a los enchufes de luz y cubiertos de plastico para evitar accidentes. El equipo eléctrico y la herramienta de mano deben estar afilados y en óptimas condiciones para asegurar esculturas de alta calidad.

Para transportar las esculturas es necesario tener algún tipo de anclaje y protección fija que asegure su posición en la camioneta para que prevenga y proteja las figuras de los movimientos evitando así algún accidente. Además, es necesario tomar en cuenta aspectos como las distancias, tiempos de entrega, rutas y lugares de carga y descarga.
El montaje de las esculturas depende muchas veces del tipo de evento, de los gustos de la gente y del espacio con el que se cuenta. Las esculturas se pueden presentar por sí solas, ya que su belleza artística hace que luzcan como elegantes piezas decorativas, aunque es común verlas decoradas con algún arreglo floral y, generalmente si es de noche, con iluminación de uno o varios colores.
La creatividad en esta especialidad es vital ya que de esto depende innovar la gama de productos y servicios que se pueden ofrecer, por ejemplo: platos de hielo con forma de girasol, ostras en hielo para caviar o ensaladas, hojas de maple para sorbetes o postres, esculturas para centros de mesa como floreros, esferas ó candelabros. Las de mayor tamaño pueden hacerse con un motivo de cisne, delfín, sirena, e incluso, las esculturas de grandes dimensiones pueden ser ensambladas o pegadas usando varios bloques de hielo para formar verdaderas construcciones como castillos. Los productos más comunes para pegar el hielo son: Nitrógeno, hielo frappé y sal.
La aportación que hace la escultura en hielo a las artes culinarias es importante ya que eleva la presentación de la comida, al mismo tiempo de embellecer las formas de presentar el buffet en eventos de magnitud. Esta presentación de los alimentos logra crear una fusión con el área de garde manger y repostería, entre otras, ya que comparten la característica de ser fríos. Por ejemplo, en los bufetes se pueden presentar ostras de hielo llenas de ensaladas o una góndola llena de mariscos, o bien un pastel de hielo con postres.

PIMIENTA



Durante la época de los griegos, la pimienta era conocida en el mundo sólo por sus propiedades medicinales y los efectos afrodisíacos que causaba en quienes la consumían.

Más tarde, cuando los romanos comenzaron a expandirse lo largo del Viejo Mundo dominando pueblos y culturas, éstos llegaron a fusionarse con la cultura griega, hecho que la historia ha registrado con el nombre de Helenismo. En este periodo hubo un intercambio de conocimientos, entre ellos el uso de la pimienta y otras especias, sin embargo, los romanos supieron utilizarlas para otros fines que los meramente medicinales y las emplearon para crear cosméticos, perfumes y, lo más trascendental, para usos culinarios.


La pimienta fue la especia oriental más popular en Roma, seguida del jengibre y la cúrcuma. En un recetario característico de la época, el De Re Coquinaria de Apicius, se mencionan los usos de estas y otras especies como conservadores e intensificadores del sabor de los alimentos. Los romanos sabían muy bien el valor que tenía la pimienta por lo que su costo aumentó y pasó de ser un simple producto medicinal a ser una mercancía suntuosa, e incluso llegó a funcionar como moneda circulante durante el domino del Imperio Romano, durante la Edad Media la posesión de la pimienta era sinónimo indiscutible de distinción y lujo, tanto que la riqueza de una persona se medía en función de la cantidad de pimienta que poseía, por lo que no pocas veces fue usado para pagar rescates o como parte de una dote.

Quienes querían dejar asentado su lugar dentro de la sociedad de aquel entonces, no perdían la oportunidad para demostrar su estatus social, y no había mejor manera de hacerlo que a través de la mesa: cuanto más condimentada o picante fuera la comida más respetado era el anfitrión.


Pero, ¿a qué se debía que la pimienta fuera así valorada?


Las razones son varias y de diversa índole, por ejemplo, en el imaginario colectivo que imperaba en aquella época en la que los conocimientos geográficos eran más bien limitados, se respiraban y vivían ideas de tierras lejas llenas de seres fantásticos como las sirenas y los unicornios, así como de productos con propiedades mágicas o divinas. Respecto a las especias, en especial la pimienta —reina de todas—, se pensaba que su aroma era un soplo de aire nacido en el Paraíso que llegaba para llenar de gozo a los hombres, por lo que evidentemente era un lujo que sólo pocos —cuando no los "elegidos"— podían disfrutar.


Sin embargo, una razón particularmente terrenal de la elevada cotización de la pimienta, fue el costo que representaba traerla desde las lejanas tierras del Oriente Extremo hasta la Europa central. En un principio y durante varios siglos, el comercio de la pimienta se realizaba a través de los árabes, quienes ocultaban celosamente sus fuentes de suministro y las rutas terrestres que seguían desde la India, lugar en el que la adquirían de manos de los chinos junto con otras especies y productos como la seda, los perfumes y el papel.


Con el transcurrir del tiempo, el mundo occidental demandaba cada vez más el uso de esta especia y los demás productos provenientes del lejano Oriente, por lo que se buscaron nuevas rutas para llegar a él y terminar de paso con el monopolio que los árabes tenían sobre estas preciadas mercancías. Así, fueron los genoveses y venecianos, principales marinos del Mediterráneo desde el siglo XII hasta el XIV, quienes dominaron el comercio de la pimienta y demás productos provenientes de la India. Después fueron los portugueses y españoles, potencias marítimas del siglo XIV, quienes se aventuraron a descubrir nuevas vías que llevaran a la "isla de las especias". El primero en llegar fue Vasco de Gama, quien en 1498 llagó a la India costeando el cabo de Buena Esperanza, estableciendo así su dominio sobre el comercio con Oriente. España, la otra potencia marítima de ese entonces, financió una expedición capitaneada por el genovés Cristóbal Colón, quien tenía la intención de establecer una nueva ruta marítima hacia la India con la finalidad de encontrar la tan preciada pimienta, viaje que se convertiría en uno de los acontecimientos más importantes de la historia universal: el descubrimiento del continente americano.